El Centro de Estudios sobre Crimen Organizado InsightCrime en conjunto con México Unido Contra la Delicuencia publicaron un documento de estudio sobre las estrategias del comercio ilegal de marihuana en México.
Principales hallazgos
1. Los cambios en la industria ilícita de marihuana marcan el fin de una era para varias comunidades rurales que han cultivado el cannabis durante generaciones. Esto ha afectado la relación simbiótica que dichos productores mantuvieron durante décadas con los grupos criminales que se beneficiaron de la producción. Como resultado, algunos pequeños agricultores ahora se dedican a otros cultivos, emigran en busca de nuevas oportunidades, aprovechan los programas de apoyo agrícola del gobierno o planifican formas de entrar al posible mercado legal de marihuana. En este contexto de incertidumbre económica, las comunidades agrícolas siguen viviendo bajo la amenaza constante de violencia por parte de grupos criminales, al tiempo que ya no obtienen el tipo de beneficios económicos asociados al tráfico de drogas a los que antes tenían acceso.
2. Las organizaciones criminales han encontrado formas de adaptarse a los cambios en el comercio internacional de marihuana y han diversificado sus operaciones para capitalizar nuevos mercados. En primer lugar, hay indicios de que las organizaciones mexicanas de narcotráfico están abasteciendo a un pequeño grupo de usuarios en Estados Unidos que aún no tiene acceso a la marihuana legal, al tiempo que buscan ingresar a nuevos mercados internacionales. En segundo lugar, las organizaciones criminales han aprovechado el creciente mercado interno de marihuana en México, que cada vez es más sofisticado a medida que la sociedad presiona a los legisladores hacia una legalización total. En tercer lugar, los grupos criminales mexicanos dominan ahora el tráfico de drogas sintéticas hacia Estados Unidos, lo que se traduce en mayores ingresos, pero con un costo devastador para los habitantes de ambos lados de la frontera.
3. Estos cambios radicales plantean una oportunidad a políticos y a legisladores para debilitar el crimen organizado transnacional. Dado que las comunidades agrícolas se benefician menos de los recursos asociados al tráfico de drogas, la actual evolución de la relación que han mantenido durante mucho tiempo con los grupos criminales puede abrir espacios para una intervención positiva. También puede abrir la puerta a campañas públicas por parte del gobierno o la sociedad civil que le resten legitimidad a las organizaciones criminales.
Al otro lado de la frontera, la legislación mexicana avanza en una dirección similar. Aunque el comercio de marihuana sigue siendo ilegal, el cannabis puede utilizarse con fines de investigación para fabricar productos terapéuticos a base de cannabidiol (CBD) que hayan sido aprobados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) y para tratar algunas afecciones médicas (siempre que el producto no contenga altas concentraciones de tetrahidrocannabinol [THC], el principal ingrediente psicoactivo de la marihuana).
Estos cambios legales y sociales han provocado evoluciones importantes en el tráfico de marihuana desde México. Durante su apogeo en 2010, las autoridades estadounidenses creían que los grupos criminales mexicanos habían aumentado la producción de marihuana e intensificado el tráfico hacia Estados Unidos. Pero de 2009 a 2020, los decomisos de marihuana en la frontera se redujeron de casi 1,5 millones de kilogramos a unos 230.000 kilogramos al año,11 y los decomisos dentro de México cayeron de casi 2 millones de kilogramos a 200.000 kilogramos al año.
Para el año 2020, la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés) afirmaba que “la marihuana mexicana ha sido suplantada en gran medida por la marihuana producida en [Estados Unidos]”.
El impacto actual en la dinámica criminal y social de México es profundo.
Por la baja rentabilidad, los pequeños productores de cannabis están abandonando el negocio o reduciendo considerablemente su dependencia del cultivo. Otros exploran la opción de entrar al creciente mercado legal en México. Las organizaciones tradicionales de narcotraficantes, por su parte, se han involucrado mucho menos en el transporte internacional de marihuana y se han volcado en hacia drogas sintéticas más rentables, lo que ha alterado los vínculos tradicionales que mantenían con cultivadores de marihuana y amapola.
Las acciones del Estado también han evolucionado: las fuerzas gubernamentales mexicanas ya no decomisan o erradican las plantaciones de cannabis en la misma escala que antes y, en cambio, han desplazado sus recursos hacia la lucha contra la producción y el transporte de drogas sintéticas. En Estados Unidos, se ha producido un cambio similar: se ha dejado de destinar grandes cantidades de recursos para los decomisos de marihuana en la frontera y en el interior del país. Los resultados de estos cambios aún no están del todo claros, pero hoy en día se presentan oportunidades de intervención para romper los vínculos económicos, políticos y sociales entre las organizaciones criminales y su base social en las regiones productoras de marihuana.
Cambios en el negocio del cultivo de cannabis
Todavía no son evidentes los impactos a largo plazo de estos cambios económicos en las comunidades rurales que antes vivían de cultivos ilícitos. Sin embargo, en nuestra investigación de campo en Sinaloa pudimos observar algunos efectos inmediatos. Para empezar, observamos que los agricultores están abandonando en gran escala la producción de marihuana y amapola.
La mayoría parece dedicarse a otros cultivos como el tomate y los chiles, entre otras frutas y verduras. Otros están emigrando. Muchas personas se han trasladado a ciudades como Culiacán, la capital de Sinaloa, para trabajar en la industria agrícola y otros migraron a estados del norte, como Baja California.
Entre 2015 y 2020, casi 100.000 personas emigraron de Sinaloa, según datos
oficiales.
Los que se quedan en la sierra para trabajar en la agricultura necesitan
apoyo. En lugares aledaños al municipio de Badiraguato, Sinaloa, InSight
Crime conversó con agricultores que participaban en Sembrando Vida, un
programa del gobierno que proporciona apoyo económico a productores
rurales para incentivar la plantación de árboles frutales y madereros.
En una de las comunidades visitadas, Sembrando Vida parece representar una
alternativa eficaz, al menos a corto plazo, a los cultivos ilícitos.
Los residentes de la comunidad, que antes cultivaban amapola y marihuana, expresaron entusiasmo por el programa.
Para ellos representa una oportunidad económica y una manera de evitar el acoso del Ejército, el cual durante años maltrató a los pequeños agricultores durante las campañas de erradicación respaldadas por Estados Unidos.Sin embargo, los resultados de Sembrando Vida no son uniformes ni definitivos.
En otras partes del municipio, por ejemplo, fuentes consultadas por InSight Crime dijeron que algunos participantes del programa siguieron cultivando cannabis y amapola al tiempo que recibían el apoyo de Sembrando Vida.
El proyecto está en su fase inicial, pero ya ha inscrito a unos 455.000 pequeños
agricultores en 21 estados y más de 1.000 municipios.
Las nuevas estrategias de los narcotraficantes mexicanos con respecto a la marihuana
En 2010, la Corporación RAND afirmó que “no era controvertido” declarar que al menos el 50 por ciento de la marihuana consumida en Estados Unidos se producía en México. En ese momento, solo había 11 estados que habían concedido algún tipo de acceso legal a la marihuana y, según todos los indicios, la producción mexicana estaba en auge. En 2009, las autoridades estadounidenses incautaron a lo largo de la frontera alrededor de 1,5 millones de kilogramos de marihuana, frente a cerca de un millón de kilogramos en 2005.40 Aun así, RAND pudo ver que la marea estaba cambiando y predijo, correctamente al parecer, que la legalización de la marihuana en estados como California reduciría significativamente las ganancias de las organizaciones criminales mexicanas.
El argumento de RAND se basaba en dos factores clave: la potencia y el precio. En términos de potencia, RAND dijo que la marihuana legal estadounidense era, en promedio, un 300% más potente que la producida en México. Y aunque el precio de esta marihuana era hasta un 50% más alto, la potencia compensaba esta diferencia. Incluso si la legalización se limitara a California, señalaba RAND, su impacto en las organizaciones criminales mexicanas sería significativo. “Creemos que la legalización de la marihuana en California eliminaría de manera efectiva los ingresos que obtienen las organizaciones narcotraficantes mexicanas por suministrar marihuana al mercado de California”, escribieron los investigadores, limitando su predicción al estado que habían elegido para estudiar, pero con implicaciones que iban más allá.Como respuesta a estos cambios, las organizaciones narcotraficantes mexicanas han cambiado sus estrategias.
Abastecer el mercado estadounidense de forma limitada e ingresar a otros mercados internacionales
Desde 2010, el porcentaje de la población estadounidense con acceso legal a la marihuana casi se ha duplicado.41 Según el análisis de RAND, eso significaría que el porcentaje del mercado estadounidense abastecido por las organizaciones narcotraficantes mexicanas está actualmente más cerca del 25%; aunque lo más probable es que sea bastante menor. Y aunque en la prensa, a menudo citando a funcionarios, se ha reportado que los “carteles” mexicanos están comprando tierras y cultivando grandes cantidades de marihuana para distribuirlas en Estados Unidos, ni los funcionarios ni los medios ofrecen pruebas que respalden esas afirmaciones
El tráfico de marihuana por el este de la frontera entre México y Estados Unidos, también tiene sentido desde un punto de vista logístico para las organizaciones narcotraficantes. Desde zonas clave de producción como Durango y Sinaloa, la carretera federal 40 de México sirve como ruta de tráfico casi directa hacia el estado de Texas, el cual proporciona una buena vía de acceso a los estados del norte y el este de Estados Unidos que aún no han legalizado la marihuana. Atravesando el corazón del país, la carretera conecta el puerto de Mazatlán con la ciudad de Reynosa, en la frontera entre ambos países.
Entrar al mercado (casi) legal de México
Ante la reducción de la demanda en Estados Unidos, las organizaciones de narcotráfico en México parecen estar buscando capitalizar el mercado local de consumo de marihuana, que está creciendo. La marihuana es la sustancia ilícita más consumida en México, según las encuestas más recientes de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC).
En 2011 se estimaba que el 1,2 por ciento de la población había consumido marihuana durante el último año. En 2016, este porcentaje subió a 2,1. Los adolescentes son uno de los grupos de edad con mayor crecimiento, pasando del 2,4 por cierto que declaró haber consumido marihuana durante 2011, al 5,3 por ciento en 2016.
En los grandes mercados de consumo como la Ciudad de México, Tijuana
y Guadalajara, la marihuana es de fácil acceso. Allí, los traficantes ofrecen
“menús” con más de una docena de tipos de cepas de cannabis de alta
calidad y derivados de esta planta, que parecen estar dirigidos a un nicho de
consumidores de ingresos medios y altos.
En Culiacán, un productor explicó a InSight Crime que una onza de marihuana de alta calidad que en Sinaloa se vende por 3.500 pesos mexicanos (unos US$170) podría venderse por el doble de ese precio en la Ciudad de México.55 Durante la investigación de campo en Culiacán, InSight Crime observó una proliferación de dispensarios ilegales que venden marihuana y derivados como comestibles y cartuchos de aceite de cannabis.
Estas tiendas físicas emulan los modelos de dispensarios de Estados Unidos y Europa, que les permiten a los consumidores ver, oler, probar y elegir entre diversos productos. Algunos de ellos incluso se promocionan como procedentes de California, pero los productores locales aseguraron que era más probable que se produjeran en Sinaloa o en estados cercanos. De hecho, los informes recientes sobre el flujo de marihuana estadounidense a México parecen exagerar en gran medida la cantidad procedente del extranjero. Los distribuidores locales, las autoridades y los expertos de la industria dijeron a InSight Crime que la producción de México es más que suficiente para satisfacer la demanda local y para ajustarse a los gustos de los consumidores que prefieren la marihuana de alta potencia, como la que se produce en Estados Unidos.
De hecho, varias fuentes consultadas en Baja California mencionaron haber viajado a California para adquirir experiencia en las técnicas de cultivo y crecimiento, lo que les permitió perfeccionar su producción en México.
En otras partes del país, los productores de artículos terapéuticos también mencionaron haber adquirido sus conocimientos –y semillas de cannabis– de sus pares en países europeos con un mercado de cannabis desarrollado, como Holanda y España. Las fuentes señalaron que las capacidades y técnicas de extracción en México también han mejorado en los últimos años.Y ahora se están produciendo localmente algunos productos derivados del cannabis. En mayo de 2022, por ejemplo, las autoridades descubrieron un cargamento de 100 caramelos de tamarindo con extracto de cannabis en una paquetería de Guanajuato.
Estrategia 3: Pasar a las drogas sintéticas
En 2010, RAND estimaba que las organizaciones criminales mexicanas ganaban hasta US$2.000 millones al año vendiendo marihuana al por mayor en Estados Unidos. Algunas estimaciones eran mucho más altas, incluyendo una realizada por la Casa Blanca en 2006, que decía que las organizaciones criminales mexicanas estaban ganando US$8.500 millones con la venta de marihuana en Estados Unidos – una estimación muy cuestionada por RAND–. Aunque lo más probable es que ese flujo de ingresos se haya reducido significativamente, el cambio de las organizaciones criminales mexicanas a la producción y exportación de drogas sintéticas parece haber compensado esta pérdida de ingresos.
Fuente. InsightCrime