El uso de cannabis en el ámbito deportivo en Estados Unidos está experimentando un cambio significativo en términos de regulación y percepción. Históricamente, ligas como la NBA, MLB y NHL prohibían el consumo de cannabis, pero recientemente han comenzado a flexibilizar estas restricciones. Esto se debe en parte a una mayor aceptación de los beneficios terapéuticos del cannabis para el manejo del dolor y otras condiciones entre los atletas1.
Por ejemplo, estudios indican que aproximadamente el 26% de los deportistas estadounidenses han consumido cannabis en las últimas dos semanas, y un notable 67% lo ha utilizado para aliviar el dolor2. A nivel internacional, las políticas son más estrictas debido al Convenio Mundial Antidopaje, al cual Estados Unidos y sus atletas deben adherirse cuando compiten internacionalmente3. Sin embargo, incluso estas políticas están siendo cuestionadas, especialmente después de casos como el de Sha’Carri Richardson, cuya suspensión por cannabis generó una reacción pública significativa y llevó a la Agencia Mundial Antidopaje a reconsiderar su posición sobre el THC como sustancia prohibida4.
Además, deportistas de renombre como Karl-Anthony Towns han abogado públicamente por la desregulación del cannabis en el deporte, citando beneficios personales y familiares5. A nivel universitario, la NCAA recientemente decidió eliminar la prohibición del cannabis, argumentando que no mejora el rendimiento y que debe tratarse de manera similar al alcohol en términos de políticas de salud y bienestar para los estudiantes atletas6.
Mientras que la criminalización del cannabis continúa en muchos aspectos de la sociedad estadounidense, el ámbito deportivo está viendo un cambio hacia políticas más laxas y una mayor aceptación de su uso medicinal entre los atletas7. Este fenómeno refleja una evolución en la comprensión y regulación del cannabis, especialmente en relación con su aplicación terapéutica en el contexto deportivo